Ha trabajado como nadie la iconografía del peronismo y la ha incorporado a su obra, En este entrevista, Daniel Santoro revisa la relación entre política y cultura, habla del lugar que ocupan Borges y Piazzola en la identidad nacional, se carga a Eduardo Galeano y se ocupa de Evita, el Che y Maradona como grandes mitos.

Su obra es una indagación el iconografía peronista y también es un gran estudioso del arte argentino. En un estilo por momentos provocador, Daniel Santoro echa una mirada sobre las arduas relaciones entre la cultura y la política argentinas.

 -¿Hay una mirada peronista en el arte y la cultura?

-Hay todo tipo de miradas, para eso está el arte; para abrir las mentes y las miradas precisamente. En el arte lo que uno quiera ver se puede ver, no hay un deber de la mirada. Los sentidos los pone uno y esa es la libertad del arte y la angustia que provoca. La obra está ahí para dar testimonio y para que cada uno se vea interpelado por esa obra. Y el peronismo tiene una voz, no quiere decir que haya un arte peronista, eso es un disparate. Hay arte y punto. Después cada uno le pone los contenidos, lo orienta hacia algún lugar si lo quiere manipular, pero eso no afecta al arte en sí. Ya lo decía León Trotsky: “Toda libertad en arte”, incluso si va en contra de la dictadura del proletariado”.

– ¿Cómo ves el tema de la cultura nacional y popular?

-El problema con el tema de la cultura nacional y popular es la frontera. Cuando uno se pone de un lugar, establece una frontera necesaria. Hay cultura, punto. Si decimos nacional y popular es porque hay antinacional y antipopular. Estas discusiones ya las teníamos desde el primer congreso de cultura que hizo el peronismo, nunca se saldó y en el tiempo queda absurdo. En esas discusiones, se discutía desde Piazzolla, hasta Borges y el Teatro Colón. ¿Piazzolla es nacional y popular? ¿Es tango lo que hace Piazzolla? ¿Borges es un gorila de élite? ¿El Teatro Colón es un teatro de élite? Todas estupideces de muchachos con poco gusto por el arte y mucho gusto por la política, en donde parece que el arte es un adorno o complemento de la vida política y no es así. El Teatro Colón es fantástico, es nuestro mejor teatro y no es de élite. Lo usa la élite, pero eso no afecta en lo más mínimo a lo que se hace ahí en el Teatro Colón. Desde sus trabajadores hasta todo lo que sale de ahí es de primera calidad y es un orgullo nacional. Y eso es lo que muchos no entienden. Entonces, los compañeros de la política, los que tienen mucha enjundia militante, piensan que es una afrenta a la cultura nacional y popular. Eso es una locura. El Teatro Colón tuvo su mejor época durante el Peronismo, cuando trajo a María Callas y a un montón de los mejores músicos del mundo y el pueblo tuvo la oportunidad de ir a escucharlos. Y para mí, Borges es mucho más grande que Marechal y Jauretche juntos. Lo digo en un sentido provocador.

-¡Y la cuestión de la identidad?

-La oligarquía se puede apropiar de lo que quiera, el problema es que nosotros nos reprimimos la apropiación y eso es gravísimo. Nosotros somos los incapaces de apropiarnos muchas veces por los mandatos políticos. Y nos surge un problema de identidad enorme, porque nos auto mutilamos, por las dudas, por los miedos. El mejor poeta del mundo reconocido unánimemente es Ezra Pound, un fanático fascista, encarcelado en Estados Unidos por fascista fanático de Mussolini y no le hace la más mínima mella a su poesía sublime, empezando por “Canto LXXXI” que todo el mundo debería recitar para ser mejor persona. Y Borges es un gorila hijo de puta de lo peor. Y no le hace la más mínima mella a la obra de Borges. El “Poema conjetural” me conmueve y es el gran poema que todos deberían estudiar desde chicos, que también nos hace más argentinos y mejores personas. Así de contradictorio es el arte. Entonces, no podemos juzgarlo desde nuestra pequeñísima posición a la cual nos aferramos.

-Los términos de batalla cultural permiten entender mejor las cosas?

-La batalla cultural es otro gran problema. Cuando hablamos de batalla en términos militares hay dos bandos, por lo menos. Entonces hay una frontera. ¿Y cómo hacés esa frontera en el arte? ¿Trazas una frontera donde Borges y Piazzolla quedan del otro lado? Yo ni loco estoy del lado contrario a Borges. Entonces no hay frontera. Hay capacidad de apropiación o no. Sos un tonto que se queda afuera o te apropias de lo que tenés que apropiarte. La batalla cultural es una batalla política. No está en el mundo del arte, es una ilusión militante. En el arte la batalla la da el propio artista con su imposibilidad, la angustia que produce la hoja en blanco como emblema. Esa es la única batalla en el arte: hacer o no hacer. Como diría Ezra Pound acá el problema estuvo en lo no hecho, en la timidez que nos hizo vacilar. En el arte no hay posiciones políticas. Las posiciones políticas son refugios, son los banquitos en los que uno se quiere sentar cómodo para no tener que enfrentar el vacío que te impone el arte, que es un vacío vital, que es el problema de la vida de cada uno. No es el problema de la posición política que tiene cada uno, es la vida misma. Es otra dimensión. Confundir los tantos, es esto que te deja afuera que te hace que no te puedas apropiar de los grandes artistas. Son todos tuyos. Todos los artistas son nacionales y populares. O sino estamos locos y somos unos estúpidos militantes que nos vamos a quedar con la cosita chiquitita. Como el viejo Partido Comunista que tenía sus artistas y sus cosas. A mi Galeano me chupa un huevo, me rompe las pelotas, parece un poeta de autoayuda. No me gusta Galeano, ¿y qué pasa? No pasa nada. Es un poeta menor. ¿Y estoy afuera porque no me gusta Galeano? Eso es el arte. Galeano no es un gran poeta. Sirve para boludear, para decir dos pelotudeces que te tarda quince minutos en decir una huevada. Ya está bien. Ahora, ¿haces posters de Galeano? Bueno, sos un militante medio cerrado. Están aferrados a un deber ser, desesperadamente aferrados para no perder una pequeña identidad que uno cree que ha construido porque es un hombre de izquierda, porque es progresista y quiere sus garantías para seguir siéndolo. Eso es evitar el vacío del arte. Cuando estás enfrentado a la obra artística no sos nada, entonces ahí es el desafío de hacer algo. Eso es el arte. Llamar a un artista nacional y popular es como un grado menor como una especie de comercio de piedad. Es medio malo, es Galeano, pero es nacional y popular, lo vamos a tener muy en cuenta porque tiene las posiciones políticas iguales a las mías.

-¿Qué significa el peronismo para vos?

-En Argentina no nos animamos a producir barroco latinoamericano. La producción de barroco está al mando de los mexicanos, de los brasileros, de los colombianos, de los peruanos, de los bolivianos pero nosotros no calificamos. Nosotros somos como una especie de vicarios de la cultura europea o norteamericana. No nos animamos a manipular los productos y las influencias. Entonces ahí estamos con el quilombo con nuestra identidad. La tilinguería es un invento muy argentino. Lo mejor de Jauretche son esas definiciones sobre nuestra cultura. El peronismo es un producto barroco de la política. Agarró cosas del capitalismo, del comunismo, del socialismo y armó una invención política fantástica. Por eso el peronismo tiene que ver más con nuestra cultura que con nuestra política. Ese es nuestro gran logro colectivo.Todos los emblemas del peronismo tienen una voz enorme en nuestra cultura. Es fácilmente iconizable. El que produce barroco se apropia de todo. Y si se habla de cultura latinoamericana nunca te van a nombrar la cultura argentina porque no tenemos esa capacidad de producción barroca. Es muy débil y tiene que ver mucho con los prejuicios.

– ¿Qué visiones pueden darse a través de las obras de arte?

-La escultura “Canto al trabajo” (obra emplazada frente a la facultad de ingeniería en San Telmo), es una visión del trabajo desde la oligarquía. Rogelio Yrurtia, el escultor lo era. Tienen esa visión del trabajo tradicional como castigo humano. El trabajo es para los pobres que caen en el mundo del trabajo. Y ellos nunca se van a embarrar en ese mundo de esclavitud, de pedagogía de sufrimiento. Por eso están los tres chicos tirando de la piedra adelante de todos. O sea trabajo infantil esclavo rubricado como la pedagogía que desde chicos tienen que aprender a sacrificarse. Los peronistas, ¿podemos pensar que eso es un canto al trabajo? Sin embargo, ahí van los movimientos de izquierda, los movimientos sociales, la CGT a hacer manifestaciones en torno al canto al trabajo. Lo de Ricardo Carpani es una ilusión. Los obreros de Carpani no existen, no hay gente así. Unos son esclavos famélicos (los de Canto al trabajo) y otros son unos monstruos hombres montaña, que es una utopía: la potencia del obrero para hacer la revolución. Leonardo Favio es un groso en serio. Es de los más grandes, más allá de que sea peronista. Es un condimento más. Leonardo Favio no es un cineasta peronista. Es muy injusto circunscribirlo de esa manera. Es un gran cineasta que aparte es peronista.No hay que buscar refugio en los paradores políticos. En el arte no estás a salvo nunca de nada.

-¿Cómo trabajar con los mitos?

-Evita es una figura icónica. Un ícono cuando se consolida adquiere una forma indeleble. Por ejemplo, la foto de Korda del Che Guevara es un ícono. Se puede citar de mil maneras. De hecho, lo hacen continuamente en remeras, cuadros, pero el ícono es igual a si mismo siempre. Esa invulnerabilidad desde lo gráfico y desde lo simbólico es la capacidad icónica. Esa capacidad la tiene Eva Perón. No la tiene tanto el General Perón. Si uno dice Eva Perón las imágenes nos vienen. Hay tres o cuatro. En cambi,o si yo digo Perón se desliza hacia afuera del ícono. Hay distintas versiones. Está el Perón polémico de los 70, está el Perón que no satisface a todos, el que deja a algunos afuera. Tal vez su historia personal, su prolongación en el tiempo hicieron que no pueda ser ese ícono del Perón del 17 de Octubre, o sea, se desdibujó como figura, como emblema. Eva Perón es muy iconizable por el sacrificio personal, un cuerpo joven como el Che Guevara. Dos íconos de la política mundial. No hay muchos más. Mao (Tse-Tung) también tiene ese problema de contaminación como Perón, después de muerto incluso. Quedan Eva Perón y el Che Guevara con cierta pureza por su origen, por su devenir. Eso es un patrimonio cultural invalorable. Los dos grandes íconos de la política son argentinos. Maradona también tiene esa capacidad de asumir la dimensión icónica. Es más un ícono hercúleo, superó desafíos puntuales. Hércules es un Dios humano para los griegos porque se humaniza y realiza trabajos sobrehumanos. Con Maradona pasa algo parecido. Todas las anécdotas que hay sobre sus picardías, la mano de Dios, todo eso son trabajo de Hércules. A Maradona, como a Hércules se le perdona cualquier cosa. Hércules era famoso por sus iras que incluso dañaba a su familia. Tenía una vida azarosa muy terrible. Bueno, ahí lo tenés a Maradona. Ese es otro tipo de ícono. No hay autoridad en Maradona. Puede fracasar en toda su vida, pero en los trabajos que se le encomiendan se sabe que los va a cumplir. Es buen tipo pero tiene unas fallas humanas tremendas. El aspecto heroico es lo que se tiene en cuenta de Maradona. Lo demás se le perdona todo. Maradona está incorporado en el panteón con Gardel, pocos llegan a ese nivel.

-¿Cómo ves lo que está pasando en este momento?

-Estamos siendo atacados ferozmente. Tenemos que tener una formación de combate nosotros también para enfrentar estos momentos que son de desesperación del enemigo. El enemigo está rascando la olla de todas las posibilidades y usa cualquier cosa de una manera descarada. La posición de ellos es muy frágil pero es dañina. Con la cuetería que tiran al aire nos provocan daño. Tenemos que tener mucho cuidado. La formación de combate tiene que ser muy austera, de mucho sacrificio. Tenemos que ser excepcionales. No podemos hacer ninguna cosa que no sea abocarnos al trabajo impresionante que hay que hacer. El tema solamente es la economía. No hay otra cosa. Todo lo demás es cartón pintado, empezando por las cuestiones de género, de derechos humanos, todo es igual a cero si nosotros no arreglamos la economía. La gente vota con el bolsillo siempre. Si Macri no hubiera hecho mierda la economía ganaba. Seamos claros en eso. No compremos el progresista bobo que a veces nos pega a nosotros. Es la economía siempre. Hay que solucionar esto, que está en vía de solución. La cosa no está mal. Por suerte lo tenemos a Guzmán que maneja muy bien la pelea corta cuando va al vientre de la bestia. Militar los derechos humanos, las cuestiones de género está bárbaro. Ahora, ¿por qué no militamos la economía? Está bien sacar una ley, un decreto con las cuestiones de género, ahora lo único que garpa es que bajes el precio del asado. Militemos el tema de cómo se controla toda esta mierda de los supermercados y demás. Tenemos que ganar por tres o cuatro puntos más de lo que ganamos la vez pasada. Estamos ahí de hacerlo, no es tan difícil. Ellos nos la quieren pudrir porque saben que es solamente eso lo que va a garpar. Después hacemos todas las reformas en la Justicia. Pero es después, no antes. Está muy bien tirar los temas y empiojarselos pero lo único que sirve es arreglar un poco la economía. Siempre pasó eso. Cuando nos votaron por el 54% fue porque la economía funcionaba. Todos los demás temas son subsidiarios si no está la bien la economía. Ahí es donde nos falta militancia en serio.

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